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Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Cada 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Fue implementado por la UNESCO y ONU-Mujeres en 2015 tras la Asamblea General de las Naciones Unidas.  

Este día nos recuerda anualmente el largo recorrido que nos queda para lograr una igualdad efectiva en la ciencia, eliminando sesgos y techos de cristal. 

Porque es parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.  

Su objetivo es lograr el acceso y la participación plena y equitativa para las mujeres y las niñas en la educación, capacitación e investigación en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería, el arte, arquitectura y las matemáticas (STEAM) como estrategia para alcanzar un desarrollo económico global y sostenible. 

Comprende la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, ya que las mujeres, que representan la mitad de la población mundial, siguen estando excluidas de participar plenamente en la ciencia. 

La brecha de género en la ciencia existe y las ciencias sociales analizan su origen, ya sea de los estereotipos, prejuicios y sesgos de género, que se traducen en una baja participación de las niñas y las mujeres en algunos ámbitos.  

A pesar de los cambios en los sistemas educativos y en algunos aspectos de la sociedad, las elecciones académicas continúan siendo como en generaciones anteriores: un “modelo segregado” en el que “ellos inventan y calculan y ellas cuidan”  

Entendemos como sesgos de género aquellas creencias sobre una persona o colectivo basado en su género. 

Los sesgos en el campo de la ciencia se pueden manifestar de diferentes maneras, desde la asignación de recursos y reconocimiento en el ámbito científico como la baja representación de la mujer en puestos directivos en instituciones científicas. 

Pero, además, en ámbitos como la medicina, se investiga con grandes sesgos de género. 

Se comenzó a poner en manifiesto en la década de los 90, ya que esto puede provocar un desconocimiento de la sintomatología específica en mujeres de una enfermedad y retrasos diagnósticos en la misma. 

Ejemplos pueden ser el desconocimiento y sub-diagnóstico del Síndrome Disfórico Premenstrual, dolor crónico, violencia obstétrica, etc. 

La variable género discrimina significativamente la prevalencia e incidencia de algunos trastornos psicológicos, que debemos continuar investigando. 

De hecho, el origen de la psicopatología va de la mano con conceptos como la histeria o el histrionismo descritas hasta mediados del siglo XIX y ligadas exclusivamente a las mujeres. 

La histeria, hoy en día, está descrita en la RAE como una enfermedad nerviosa, crónica, caracterizada por gran variedad de síntomas, principalmente funcionales, y a veces por ataques convulsivos. 

Pero anteriormente se trataba de una misteriosa enfermedad que solo afectaba a mujeres, con síntomas recogidos por la historiadora Rachel P. Maines, en los que se incluían dolores de cabeza, pesadez abdominal, espasmos musculares, pérdida de apetito, insomnio retención de fluidos o irritabilidad. Síntomas asociados con el útero («hystera» en griego, significa útero). 

Otro ejemplo lo encontramos en el estudio de la prevalencia del trastorno del espectro autista, en cual el número de varones que reciben el diagnóstico es superior con respecto al número de mujeres. Las distintas explicaciones que se han dado apuntan a una diferencia en cuanto a la manifestación de los síntomas, unido a que las técnicas de evaluación han sido mayoritariamente diseñadas pensando en muestras de varones.  

Aceptemos y concienciémonos de que existen diferencias y sesgos entre géneros. 

Según Schiebinger (2008), “las políticas de igualdad de género en ciencia y tecnología no pueden limitarse a promover directamente la presencia de mujeres: es preciso ir más allá, pues las instituciones y la investigación científica no son neutrales desde la perspectiva de género”. 

Educación y concienciación desde la infancia. 

Debemos incrementar la presencia de las mujeres en la investigación. 

Integrar la dimensión de género en la investigación, que implica tener en cuenta el sexo y el género en el desarrollo de la investigación siempre que sea relevante, así como realizar investigación específicamente sobre género para llenar los vacíos de conocimiento existentes. 

Todas hacemos ciencia #mujeresenlaciencia 

Gema García Rodríguez

Gema García Rodríguez

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