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PROCRASTINACIÓN: qué es y cómo combatirla

PROCRASTINACIÓN: qué es y cómo combatirla

Procrastinar supone posponer o retrasar las tareas o decisiones que deben hacerse, a pesar de que son importantes para uno mismo, para acabar haciendo tareas más agradables o livianas.

¿Quién no ha postergado una conversación incómoda, una tarea complicada del trabajo o comenzar a estudiar para un examen? Todas las personas hemos procrastinado alguna vez.

 

La respuesta, como siempre digo en la consulta, es: depende. Si se trata de momentos puntuales y, además, se hace de forma consciente y responsable, no tiene por qué suponer un problema. Ahora bien, si se ha convertido en un hábito y estás experimentando sus consecuencias en el día a día como, por ejemplo, altos niveles de ansiedad, problemas en el trabajo o en el rendimiento académico, conflictos con personas importantes para ti, etc., entonces sí es recomendable ponernos manos a la obra para dejar atrás estas conductas.

Existen varios motivos por los cuales las personas procrastinamos, así que vamos a conocer los más comunes:

Cuando uno es demasiado perfeccionista, puede volverse complicado enfrentar una tarea compleja. Si no se asumen los errores como algo normal, seguramente se convertirá en un motivo de procrastinación. Esto se da porque una persona perfeccionista cree que no va a llegar a hacer la tarea como le gustaría y entonces no la comienza. También puede ocurrir, que sí comience dicha tarea pero que sea demasiado difícil y, por lo tanto, no pueda satisfacer la necesidad de perfección, por lo que poco a poco se irá procrastinando hasta abandonarla.

Si eres una persona muy exigente contigo mismo/a, es probable que no te permitas cometer errores. Equivocarse suele suponer un fracaso, una prueba de que no eres lo suficientemente bueno/a. Si es tu caso, es probable que suelas retrasar iniciar una tarea si no sabes casi con total seguridad que va a salir bien, que tienes la situación bajo control.

Todos hemos caído alguna vez en el bucle de los 5 minutos más y me pongo o un capítulo más y empiezo, pero si esto es algo habitual en tu día a día, es posible que procrastines porque necesitas un refuerzo inmediato tras el trabajo que te supone hacer esa tarea. Esto ocurre porque no has aprendido a reconocer y reforzar tu esfuerzo o porque no te reservas un rato agradable tras las obligaciones.

Vamos a ponerle voz a los mensajes que dice la baja autoestima a la hora de enfrentar tareas que suponen un reto, ¿cómo crees que sonaría? Probablemente diría algo como: “vas a hacer el ridículo”, “no sé para qué te propones hacer esto si nunca vas a ser tan … como Pepito”, “hagas lo que hagas, no lo vas a lograr nunca”. Cuando aparecen este tipo de pensamientos, suelen venir acompañados de ansiedad y, es por este motivo, que las personas que se valoran poquito tienden a evitar dar pasos para conseguir metas o planes que se proponen.

Como hemos comentado, cuando en nuestra mente está la meta a largo plazo, la gran meta, es posible que se pueda “hacer bola” y que pospongamos empezar a hacerla. Sin embargo, si divides esa gran meta o tarea en otras tareas más pequeñas que puedes ir consiguiendo a lo largo de varios días, seguro que lo ves mucho más asequible.

Una vez dividida esa tarea en subtareas, es momento de anotarlas en tu agenda o calendario. Asegúrate de que le reservas el tiempo necesario, de forma realista y teniendo en cuenta posibles imprevistos que roben algo de tu tiempo.

Para poder organizar de la mejor forma el tiempo para cada terea, creo que es imprescindible que te conozcas bien. Que observes en qué momentos del día eres más productivo/a, creativo/a, estás de mejor humor… Puedes utilizar esos momentos para hacer las tareas más complicadas ya que, si estás muy cansado, la probabilidad de procrastinar es mayor.

Es más probable que aumente tu motivación para hacer tareas poco atractivas si justo después de esta haces alguna otra que sí te resulta gratificante.

Tu cerebro necesita oxigenarse y “desconectar”, aunque solo sean 5 minutos, para volver a ponerse “a tope”.

Ya que es común dejar para más tarde tareas que no son urgentes, si te marcas una fecha límite para una tarea puedes forzar su urgencia.

Más corta o más larga, más fácil o más difícil, toda tarea trabajada requiere un esfuerzo por tu parte y, como tal, todo esfuerzo merece ser reconocido.

Los ladrones del tiempo son los grandes aliados de la procrastinación. Intenta anotar con qué cosas te distraes mientras estás trabajando o estudiando para ser consciente de cuáles son tus ladrones del tiempo y poder ponerles solución.

Cuidarse significa conocerse bien y exigirse hasta donde llegan los límites de cada uno. Si te propones hacer más tareas de las que eres humanamente capaz de realizar, es posible que te frustres y acabes procrastinando. Y si alguna vez no llegas o te equivocas, te ayudará recordar que tus fracasos no dicen nada de ti, tan solo son una oportunidad de aprender para mejorar.

Jéssica Santamaría Gómez-Lobo

Jéssica Santamaría Gómez-Lobo

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